Triturando los latidos de la ausencia,
se desmaya frio e inerte ante
la furia de caracoles soberbios...
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Pide la mano, huye y se colapsa
en pieles de ballenas ancianas,
se pica las orejas, ya no vuelve
a su obsenidad acostumbrada...
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Se colapsan la duda y la respuesta,
tambaleandose en la obsenidad
del tiempo... se derrapa la cuestion
que tanto resbala de ojo en ojo,
de hueso en hueso.... enajenadados
escupimos nuestro vientre en un
arbol denso...quieto...autentico.
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Un bostezo de caracol... tan obseno...
filtrandose lentamente, por cada
vertebra, rayandonos blancuzcamente,
leyendo el cansancio de suspirar suspirando.
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Se desliza en una antigua ceja de raiz tibia,
amortiguando el movimiento de sus labios,
ya no hay nada que censure el fluir
de su saliva coral...
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Llovizna un sonido blanco,
espectro de ombligo sereno
desfayece inocente, tibio y audaz...
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Reposo infinito, suciedad de pez...
zig zag de espumas tenues
vagabuendeando por
canales de incertidumbre...
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Si te calla, te rompe y te hostiga...
matalo, cometelo, muerdelo...
al fin y al cabo un esqueleto cobarde,
que te pesa acero, y te diluye
esperando, esperando....es solo eso.
seamos pues un asesino voraz.